Ya era hora.
No solo de escribir, si no también de volver a rondar por Kitchen Club. Hacía demasiado tiempo que no disfrutaba de pasar unas horas por allí. ¡Es pura drogaína!
Después de la experiencia del año pasado, que podéis leer aquí, os podréis imaginar mi reacción cuando volvieron a anunciar otro curso con Gonzalo d’ Ambrosio.
Ni corta ni perezosa, wassapeé insitentemente a mi partenaire habitual en estos crímenes, Raisah, que se prestó como siempre a aguantarme disfrutar conmigo de tan magno evento. En cuestión de 5 minutos ya la había engañado convencido y la fecha estaba sellada.
El dia amaneció gris, y algunos de los asistentes con resaca, pero lo llevaron dignamente, todo hay que decirlo. Yo por mi parte tenia un sustancioso resacón estomacal producto de una ingesta masiva de pipas Tijuana (Vaya dolor)
Gonzalo nos recibió en el local de KitchenClub Pardiñas como reyes o si lo preferís, presidentes de la República y Primeros Ministros . E incluso estaba mas delgado que el año pasado (¡Si cabe!)
También contamos con la presencia de Jonathan Armengol de Comer a Ciegas, un periodista culinario que con su ceguera tenía más destreza con el cuchillo que muchos de nosotros. Fué un placer y una gran manera de pasar un domingo con un montón de gente interesante y con el pequeño/gran ayudante de Jonathan, Jazz.
El menú fué de lo más interesante y para mi, algo fuera de mi zona de confort, últimamente no arriesgo nada de nada a la hora de cocinar. Pero bueno, lo que queréis es que os hable de la comida que hicimos: OH MY GOD
Como entrantes Gonzalo nos descubrió el Asombroso Mundo de las Frituras que Jamás Pensaste Probar. Aceitunas fritas. Bien rebozadas, y fritas en sartén, como haría una buena abuelita en su cocina de toda la vida. Nada de freidora. ¿A qué saben? Pues recién salidas de la sartén un pelín amargas, una vez entibiadas saben a LA GLORIAH DE MI MADRRREH. Son unos pequeños bocaditos crujientes que invitan a ponerse creativo. En cuanto las probé ya empecé a pensar en posibles rellenos. Si estaban tan buenas con un relleno básico de anchoas de toda la vida no quiero ni imaginarme con un poco de ricotta batida con ralladura de limón y romero.
El siguiente plato fue una quiche muy primaveral, con esparragos, broccoli pero con el toque contundente del chorizo. El olor que hacía al sofreirse todo deberían sublimarlo en un perfume y llamarlo algo así como «Extasis porcino», «Porno Choricil» o «Orgasmo cochino». Y es que cuando las materias primas son excelentes y las manos del maestro aun mejores solo puede salir algo tan tremebundamente bueno.
La presentación individual de la quiche es algo que me dejó enamorada y que seguramente tome como ejemplo para futuribles posts. Te veo en el horizonte, tarta de verduras y mostaza.
Mientras cocinábamos y preparábamos todo, Gonzalo nos contaba historias, trucos y cosas curiosas de todo este mundillo y de Le Creuset.
El siguiente plato en nuestra hoja de ruta eran los Chipirones Ibéricos, unos chipirones rellenos de verduras y jamón serrano sobre un pisto con salsa de tinta de calamar. Muy ricos y una presentación muy de Alta Cocina, que luego la intento yo en casa y me queda todo como un Pollock, incluido el suelo de la cocina.
También tuve ocasión de compartir un secreto familiar, cuando no tienes palillos para cerrar chipirones o calamares, un truco es darles la vuelta, como si fueran un calcetín y rellenarlos. Al ponerlos en la plancha, el bicho en sí empieza a encoger por la abertura cerrándose sobre el relleno eliminando la necesidad de utilizar palillos. Gracias a la Madre Vinagre por enseñarme estas valiosas lecciones eco/utilitarias/senoshaolvidadolamitaddelascosas.
Y bueno, llegamos a lo que para mi fue el plato fuerte de la comida. Mi alma y mis arterias lloran de pensar en el con nostalgia y con deseo. Sobre un delicioso puré de batata (que no patata) con una mantequilla de las que hace llorar de rica a la Vaca que Rie, dejamos descansar unos filetitos de magret de pato a la plancha para bañarlos en su mullida camita con una rica salsa de tamarindo y guindilla.
¿Cómo estaba de bueno? Pues a estas alturas de la comida ya estábamos todos mas rellenos que una morcilla, pero aun así…
El plato tiene una base muy sencilla, pero la unión de los sabores es tan interesante y tan diferente pero a la vez tan familiar. Que ñam. No valgo para crítica culinaria, xD ¡Lo sé!
Finalmente rematamos, y nunca mejor dicho, con un postre delicioso, frutas del bosque con migas de galleta y una crema de vainilla hecha a sifón con un pétalo de rosa cristalizado. Delicioso, la crema ligera, las frutas contrastando su acidez con lo dulce de la galleta y la rosa. Si no hubiera estado tan llena habría peleado a muerte por las sobras de la crema.
Epico todo ello.
Como nuestro cuerpo y el de todos pedía siesta y ya era hora de un «Vámonos que esta gente se querrá acostar» nos hicimos la foto de rigor con Gonzalo, que tiene más paciencia que un santo (y mas delgado!) nos despedimos no sin pensar en repetir cuando surja ocasión. Por que no solo aprendes un huevo, sino que disfrutas de la comida, de la gente… en fin, que de todo… que si tenéis oportunidad no os lo perdáis, leñe. ¡Yo no lo haré!
Raisah says
Y el ramo de paletas y rosas! xDD Todo super fashion
Ay, que hartón a comer y que rico todo!
Yo probé a hacer la quiche en casa, con huevos de pueblo, y oye, que creo que me voy a quedar la receta como habitual xDD
¡Gracias por engañarme again! ;p
Marisineslahora says
Un dia de estos cojo el petate y me voy a Madrid y me hago un cursillo de esos.
Y espero que sea prontooooo.