Naan: Panes hindúes

Atención: «Esta receta puede provocar adictividad, asuma los riesgos de tener que repetirla todas las semanas para disponer de panes»

Hay cosas por las que uno no desea pasar: romperte algo, que te operen, encontrarte con Belén Esteban en un callejón oscuro en medio de la noche, que la declaración te salga a pagar… A mi me tocó hace poco una de las pesadillas del Top Ten, reforma en casa.

Por suerte o por desgracia, una averia acuática me dejó con un boquete en la cocina del tamaño de Kaneda y con el planteamiento de reformar la cocina. Así que mi casera (Dior la bendiga, que es una santa) decidió que era el momento y el lugar, y yo me agarré los machos para lidiar mejor con las curvas que venian.

Ya se sabe que con estos temas cuando te dicen dos semanas son cuatro y cuando te dicen dos meses… échate a dormir. (Han pasado 4 meses y aun estoy esperando los marcos de las puertas y la guía de un cajón). El caso es que dentro de lo malo llevé todo el asunto bastante bien e incluso hice una cena de despedida con pizzas. El estar sin horno iba a ser sin duda lo peor para mi, porque dentro de lo malo tener la nevera en el salón o tener que ir a la lavandería no suponía tanto problema como no poder hacer alguna receta que me apeteciera. Gracias a que mi abuela me prestó una placa de inducción portátil pude montar una pequeña cocina de campaña en el salón y descubrir que las sartenes baratas de Ikea daban error xD.

Mientras mi cocina se habia convertido en esto otro… Menudo cirio.

Tenia su parte interesante descubrir el tipo de mosaico hidráulico que utilizaban para los suelos de cocina en los años 30, pero como broma acabó cansándome rápido xD

Fué entonces cuando recordé que muchas recetas de panes hindúes podías hacerlas en sartén, simulando el efecto de cuando pegan las tortas sin cocer a las paredes de los hornos tandoori. Así que me puse a buscar recetas hasta que encontré con una que me gustó lo suficiente como para probarla… ¡Y vaya! Salieron tremendos, tan tremendos que ya he perdido la cuenta de las veces que he hecho la receta, y para que yo lo diga que me canso con todo rápidamente, ya es un tema.

No es muy dificil y se le coge rápidamente el tranquillo, pero como todo, hay que dedicarle un mínimo de esfuerzo, no es apta para vagos extremos.

Aunque la receta original pide yogur griego, a mi no me nace pagar mas dinero por algo que puedo hacer en casa. Sencillamente coge cualquier yogur natural (sin sabor ni azucar) y ponlo a escurrir en un colador sobre un cuenco, en cosa de una hora soltará suero y ganará en densidad.

 

En cosa de una hora tendrás tu yogur «griego» listo.

El siguiente paso es preparar la levadura. Necesitarás levadura seca o levadura fresca de panadería. No sirve la levadura Royal, porque realmente no es una levadura, si no un gasificante, lo que necesitamos son pequeños seres vivos que convierten azúcares en el alcohol cuando fermentan generando gases que hacen que leven.

 

Para preparar la levadura mezcla el agua caliente (no debe estar demasiado caliente, si no mas bien tibia, porque puedes matar las levaduras, ni tampoco demasiado fría porque si no, no empezarán a crecer) y el azúcar, el azúcar les dará el alimento inicial para hacer crecer a las levaduras.

¿Sabíais que también tenemos levaduras en nuestros cuerpos? Forman parte de la flora bacteriana natural que nos cubre la piel y el pelo. Un pirado en Estados Unidos (¿Cómo no?) hizo cerveza a partir de las levaduras que le crecían en la barba… No comments.

Si utilizas la levadura fresca puedes pasar directamente a añadir el resto de ingredientes, si utilizas seca, déjala reposar para que se reactive. Si forma espuma, todo saldrá bien. Añade el yogur, el huevo y el aceite de oliva y mezcla bien.

 

En un cuenco aparte tamiza la mitad de la harina con la sal y añade la mezcla de levadura, yogur, aceite y huevo. Y poco a poco ve añadiendo la harina y removiendo con una espátula o una cuchara, hasta que no te quede mas remedio que empezar a amasar a mano.

 

Si la masa queda demasiado pegajosa añade mas harina, tiene que quedar suave, pero no pegajosa ni demasiado seca, añade poco a poco para evitar excesos.

Forma una bola y amásala un poco con las manos hasta que quede fina (en la foto de arriba aún le queda un poco más de amasado. Prepara un trapo de cocina limpio (que no sea de rizo) espolvoreándolo con harina abundantemente.

Deposita la masa en el trapo y envuélvela bien, ponla a levar cerca de una fuente de calor, pero no directamente encima, en una silla al lado del radiador está bien. Ata bien los extremos del trapo para que no se salga o coloca el trapo sobre un cuenco. A veces la masa cobra vida y logra escapar.

Esta es la masa después de una hora de reposo. Puedes dejarla entre 1 y 3 horas descansando hasta que la utilices. Depositala en una superficie enharinada y amasala para quitarle el aire. Forma una bola, aplastala un poco y córtala en 8 pedazos con la ayuda de una rasqueta o de un cuchillo grande. Haz bolitas de estas porciones.

Cubre las bolitas con un trapo para que no se resequen mientras las amasas.

Coge una bolita y aplástala un poco con las manos

Estira la masa con un rodillo cuidando de que siempre esté ligeramente cubierto de harina para evitar que se pegue

Da una unica pasada con el rodillo y dale la vuelta… así hasta  conseguir un disco de aproximadamente 20-25 cm de diametro y 5 mm de grosor

Calienta una sartén plana a fuego bajo medio y derrite un poco de mantequilla.

Coloca un naan estirado sobre la sartén seca (sin nada de mantequilla o aceite) y déjalo hasta que empiecen a surgir burbujas en su superficie. Levanta un poco para ver como está quedando la base, si está dorado, dale ya la vuelta, suele tardar de 1 a 2 minutos. Pincela con mantequilla derretida el lado recién dorado.

Espera otros 1-2 minutos y verifica que por abajo está también dorado, dale la vuelta y pincela con mantequilla.

El pincelarlo con mantequilla es optativo, puedes probarlo con aceite de oliva o dejándolos al natural.

Repite esta acción hasta que acabes con todas las bolitas. Yo normalmente estiro las bolitas cuando tengo la anterior en la sartén, para ir en cadena.

Cómelos recién hechos con guacamole, humus, pollo al curry, vindaloo… También puedes preparar ricos bocadillos. No se conservan bien en la nevera, pero congelan genial si los envuelves individualmente en film transparente. Descongélalos a temperatura ambiente. También puedes utilizarlos congelados poniendo tomate frito, queso o los ingredientes que quieras para hacer una pizza express en el horno.

Si te puede la pereza puedes prepararlos en el horno con el grill al máximo, se hacen enseguida, así que hay que estar atento para que no se quemen.

A la izquierda naan hecho en sartén, a la derecha naan hecho en horno.

Naan «Panes hindúes»

Ingredientes:

7 gramos de levadura seca o 14 gramos de levadura fresca
5 gramos de azúcar (una cucharadita colmada)
115ml de agua tibia (tirando a caliente)
60ml de aceite de oliva virgen
75 gramos de yogur griego o yogur natural escurrido
1 huevo batido
310-375 gramos de harina (puede sobrar harina o necesitar de un poco mas)
5 gramos de sal (una cucharadita)

Harina extra para espolvorear
75 gramos de mantequilla derretida para pincelar los naans.

Prepara en un cuenco la levadura con el azúcar y el agua caliente, mezcla bien con un tenedor o un batidor pequeño hasta que estén los ingredientes disueltos. Déjala reposar un rato (10-15 minutos) hasta que espume. Si utilizas levadura fresca omite la espera. Si utilizas levadura seca y no espuma nada en absoluto descártala y comienza de nuevo con otro paquete nuevo.

Añade a la levadura el yogur, el huevo y el aceite y mezcla bien.

Tamiza en un cuenco la mitad de la harina con la sal. Incorpora la mezcla liquida y remueve hasta que quede bien incorporada. Utiliza una espátula y ve añadiendo la harina restante poco a poco hasta que no puedas mover la espátula. Pasa la masa a una superficie enharinada y empieza amasarla hasta que esté lisa y uniforme, si se pega a tus manos a la superficie espolvoréala con mas harina. No añadas demasiada o quedarán muy pesados.

Espolvorea un trapo limpio de algodón con harina y deposita la masa en el, envuélvela y déjala reposar en un lugar cálido durante al menos una hora o hasta que haya duplicado su tamaño.

Una vez haya crecido vuélvela a poner en una superficie enharinada y amásala hasta que pierda el aire formando una bola. Aplasta la bola y córtala en ocho pedazos, formando una pequeña bola de cada uno. Cúbrelas con un trapo.

Calienta una sartén a fuego bajo-medio y deja cerca un cuenco con la mantequilla derretida y un pincel. Coge una bola, espolvorea con harina y estira la masa hasta formar un disco de unos 20-25cm con un grosor de unos cinco milímetros. No te preocupes si no te queda perfectamente redonda.

Deposita la masa estirada sobre la sartén caliente, déjala hasta que se formen burbujas en su superficie y esté dorada por abajo (1-2 minutos). Dale la vuelta para cocer el otro lado mientras pincelas con la mantequilla el lado dorado. Una vez cocido (1-2 minutos) vuelve a darle la vuelta y pincela con mantequilla el nuevo lado dorado. Deposita el pan sobre un plato con un trozo de papel de cocina (evitarás un poco la condensación).

Repite el proceso y ve apilando los panes unos encima de otros para que mantengan el calor.

Consérvalos en el congelador envueltos individualmente.

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